¿Por qué casi no tenemos jóvenes en nuestra Asociación?
A pesar de que ciertos proyectos se definen como “intergeneracionales”, nos faltan personas jóvenes.
Esta pregunta nos hizo buscar actividades, que incluyeran la convivencia colaborativa, y a las que asistieran jóvenes. Esto nos llevó hasta Arterra Bizimodu al encuentro “SEMBRANDO FUTUROS II” celebrado entre los días 11-13 de agosto.
Arterra Bizimodu es una ecoaldea en el pueblo de Artieda (Navarra). Nacida en el año 2014, se define a sí misma como Comunidad Intencional con el lema: “Otro mundo no solo es posible, sino necesario”.

Búsqueda, economía, autosuficiencia, persona + colectivo, confianza, autoorganización, emprendimiento, compartir, tierra, abundancia, vida, familia, diversidad… son palabras que forman parte de su ser y hacer como respuesta a la crisis imperante.
Sus proyectos emprendedores caminan hacia la autosuficiencia y son muy variados. Por ejemplo, van desde la imprescindible huerta, pasando por el horno de adobe, el biogás, la oficina GEN Europa (oficina central de trabajo de la Red Europea de Ecoaldeas), el Centro de Encuentros (actividades formativas o eventos que se realizan en el lugar) o ECOHabitar (revista editorial de bioconstrucción, bioarquitectura y permacultura), entre otros.
Su trabajo es colaborativo porque juntas se crean lazos fuertes y solidarios por un mundo más sustentable. Y lo hacen a través de redes de economía alternativa y sostenible, de cohousing o de RIE (Red Ibérica de Ecoaldeas). También trabajan en el proyecto “Tejiendo la despensa” con diversos objetivos, entre ellos tratar de revertir el índice de despoblación rural.

Europa no les queda lejos. Participan en varios proyectos internacionales: European Solidarity Corps, EU 4 Transition, EC – 2 – H2020 y EURORREGIÓN – Vive La Bidea. Todos ellos relacionados con la agroecología, la transición energética, estilos de vida comunitarios sostenibles, cooperativos, multiculturales, transmisión de saberes, acercamiento entre jóvenes de distintos países. Reciben subvenciones de la Comunidad Europea para ayudar a la ciudadanía a convertirse en personas empoderadas y puedan cocrear entre comunidades de toda Europa. Pincha aquí para conocer más.
Nuestra visita
Llegamos a Arterra Bizimodu y, efectivamente, había unas 50 personas jóvenes dispuestas a imaginar, compartir, aprender y diseñar otro futuro posible. Tuvimos la suerte de contar con la facilitación de Mauge y Mabel Cañadas como cabezas coordinadoras visibles del extraordinario grupo humano que reside en la ecoaldea.

Cuando nos llegó el momento de presentarnos, explicamos que nuestra asociación está trabajando en pro de las viviendas colaborativas, que los grupos se definían como «intergeneracionales” porque se entendía que la sociedad, pueblo, familia y comunidad están formadas por personas de todas las edades y se desea recuperar el sentido de barrio o tribu: “Todas para Todas y con Todas”. Pero nos faltaban las personas jóvenes. Por eso habíamos venido: para conocer qué intereses les movían, por qué les atraía Arterra. También aprovechamos para compartir que, además de los cohousing en ecoaldeas también existen, y se están fraguando cada vez más, viviendas colaborativas en enclaves urbanos, periurbanos o semi rurales con altas implicaciones en la construcción de edificios bioclimáticos, ecosostenibles, con espacios comunes, huertos, autoconsumo energético, compras comunitarias… y con el concepto de “cesión de uso” lo que supone un posicionamiento anti especulativo en contra del orden actual que, por la compra de una vivienda, nos hipotecamos para toda la vida.

En las viviendas colaborativas sucede lo mismo que estábamos viviendo en Arterra: se comparten espacios, ilusiones, cuidados, experiencias, búsquedas, logros, emociones, comidas… Se comparte vida. (Tiene gracia, las dos personas de más edad de todo el encuentro hablándoles de compartir vida.)
Nuestro aprendizaje
¿Qué aprendimos? Que la motivación por un futuro de respeto a la Naturaleza les mueve. Que es necesario saber explicar los motivos en los lugares y tiempos adecuados con palabras oportunas. Que hay que dejar espacio y ambiente para que se manifiesten los sentires. Que hay que inspirar, transmitir confianza en sus capacidades y creatividad. Que la situación laboral de las personas jóvenes, en muchas ocasiones, es inestable y de precariedad económica. Que a casi todas les gusta viajar. Que a otras les parecía pronto para una atadura así.

Ante un trabajo de relato colectivo propuesto por la organización, planteé que mi texto fuera en último lugar. Quisieron que fuese al comienzo porque la juventud era la esperanza de la que yo hablaba y se desarrollaba en sus escritos. Me enseñaron que: Era otra mirada. Utilizan un lenguaje común más actual. Su expresión es diferente. Son capaces de montar una estructura, cuando es necesaria, ya que sin ella no avanzábamos.
Lograron entrelazar los relatos, menos uno. Pero el creador esperó pacientemente, no mostró apuro. Era el más joven del grupo y el que dio la idea de la estructura aunque otro la desarrolló. Acuerdo final: será el joven el que ponga en común en la asamblea el entramado global e incluirá su relato abreviado en uno de los espacios, previos al desenlace, que él elija. Estuvimos de acuerdo. Hay que escucharles.
Se llevan nuestros correos y buenas impresiones mutuas.
¿Sabremos aplicar lo aprendido?
M. Begoña Hidalgo

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