Nuevo encuentro del club de lectura ‘Palabras mayores’
En la tarde del pasado 15 de junio, como viene siendo habitual el tercer jueves de cada mes, volvimos a encontrarnos en una nueva tertulia, en esta ocasión sobre ‘El maestro de esgrima’ (1988) de Arturo Pérez Reverte.
Comenzamos el encuentro hablando del autor: de su infancia en Cartagena, de su temprana afición a los libros, de sus apariciones en TVE como corresponsal de guerra, de su etapa en la radio y, por supuesto, de su obra literaria. Novelista, ensayista, articulista polémico, sus incendiarios tuits le han granjeado partidarios, pero también muchos detractores.
Contexto
El contexto socio histórico determina la trama de El maestro de esgrima, segunda novela de Pérez Reverte.
Es un relato histórico y, a la vez, de intriga; de traiciones y de turbulentos movimientos históricos en el Madrid del siglo XIX, reinando Isabel II.
En cierto sentido, el país sigue siendo una sociedad de «capa y espada», como en épocas anteriores, con duelos de honor, crisis económica y de valores, y tretas cortesanas.
En definitiva, un país convulso que se debate entre el espíritu conservador, encarnado por el recientemente fallecido Narváez, y los movimientos liberales cuya cabeza ostenta Juan Prim, desde su exilio londinense.
El relato arranca en 1866 y finaliza en 1868, el día en que la Reina Isabel II abandona España, camino de su exilio francés.
Es también un relato que rememora lo tradicional y lo olvidado, y ensalza valores en
decadencia, ¡ya en esa época!, como el honor y la honradez.
Los personajes
Estos valores aparecen personificados en la figura quijotesca de don Jaime de Astarloa, caballero carismático, chapado a la antigua, elegante como la disciplina que imparte, sumamente educado, solitario… No espera que la vida le proporcione grandes satisfacciones: » Solo es esclavo quien espera algo de los demás», lee Paco. «Personaje poético», dice Carmen.
La vida de don Jaime da un giro completo cuando aparece misteriosamente una joven de gran belleza, enigmática, desconcertante… Adela de Otero. Personaje redondo, puramente revertiano, que nos recordó otras figuras femeninas nacidas de la imaginación del autor cartagenero.
Paco encontró muchas similitudes con la protagonista de «La carta esférica» y Ginesa resaltó que las novelas de Reverte pueden calificarse de feministas, ya que sus protagonistas son mujeres independientes, de gran fuerza y seguras de sus capacidades: «Renegar de la edad es renegar de la propia vida», dice la protagonista. En muchas ocasiones, superan a los personajes masculinos.
Sin embargo, Carmen sitúa a Adela de Otero en el estereotipo de mujer pérfida, fría y carente de valores éticos, propio de muchas protagonistas de las novelas policiacas.
¡Riqueza de interpretaciones!
En cualquier caso, Adela de Otero es un personaje magnifico, con infinitos recovecos, ambigua e intrigante a partes iguales. Estuvimos de acuerdo en valorar de magistral el tratamiento que el escritor da a todos los personajes, sin duda, lo mejor de la novela.
El café
Nos detuvimos en el café Progreso, donde cada tarde tiene lugar una tertulia, en la que don Jaime es mero espectador porque no le interesan los asuntos políticos. Gracias a los diálogos apasionados de los tertulianos (defienden ideologías diferentes y, a menudo, encontradas), Pérez Reverte nos acerca, de una forma explícita y fácil de entender, a sucesos complejos que determinan el contexto socio histórico de finales del siglo XIX.
Leímos algunos fragmentos que, inevitablemente, nos recuerdan a la realidad que vivimos hoy en día, como las palabras de don Marcelino, uno de los contertulios del café: «…Nos encontramos en la última de tres generaciones que la historia tiene el capricho de repetir de cuando en cuando. La primera necesita un Dios y lo inventa. La segunda levanta templos a ese Dios e intenta imitarlo. Y la tercera utiliza el mármol de esos templos para construir prostíbulos donde adorar su propia codicia, su lujuria y su belleza…», ¡Reverte en estado puro!
Evocamos otro café famoso, el de doña Rosa, en «La colmena», de Camilo José Cela, y nos preguntamos si en la actualidad podríamos tener tertulias parecidas sin caer en las descalificaciones personales, en la intolerancia y en el sectarismo ideológico…
Pedagogía y estilo
También coincidimos en señalar lo bien documentadas que están todas las novelas del escritor, que invierte años en investigar antes de volver a escribir. Pérez Reverte hace Pedagogía, razón por la que, además de disfrutar con su relato, llegamos a ser «conocedores» de lances y palabras propias del mundo de la esgrima, así como de momentos históricos trascendentales.
Para Isabel fue un relato de lectura fácil y fluida. Y aunque el autor utiliza palabras en desuso (los quevedos son anteojos; un simón es un coche de caballos…), su estilo literario es más cercano al siglo XX que al XIX. De hecho, supimos del pasado de don Jaime gracias a la técnica del flashback, muy utilizada en la novela actual.
En el transcurso del relato (con una trama bien construida, provocando el «enganche» a su lectura), encontramos pasajes muy bellos, como aquellos en los que se narra el combate entre los dos protagonistas; escenas que están llenas de sensualidad, y en las que la descripción de los emociones es tan acertada que el lector es capaz de visualizarlas como si de una película se tratara (ahí reside la maestría de Pérez Reverte). Recordamos que muchas de sus novelas se han llevado al cine.
Valoración
Por último, aunque coincidimos en que Arturo Pérez Reverte ha escrito novelas con mayor «enjundia», El maestro de esgrima, más corta que otras, pero no por ello menos intensa, es estimada como una lectura recomendable.
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