Queremos ser chocolate de mil sabores
Para los que no conozcan la novela del realismo mágico, “Como agua para el chocolate” de Laura Esquivel Valdés, les explicaré que en ella se cuenta cómo una viuda decide cuál de sus hijas deberá quedarse soltera para cuidar de ella. No es difícil imaginar que la muchacha recibe la noticia de que ha de ser sacrificada para cuidar de la vejez de su madre con rabia e impotencia. Es joven, está enamorada y su cuerpo hierve como el agua para el chocolate, pero no hay remedio, la sentencia está dictada. El temor a la vejez y a la soledad de la madre lo justifica todo.
En siglos pasados abundaban las familias patriarcales o matriarcales, que para el caso es lo mismo, y sobre todo extensas, en las que llegaban a convivir en una misma casa varias generaciones, por lo que ancianos y niños tenían asegurado el cuidado. Aún en el siglo XX, más frecuentemente en las zonas rurales, era habitual que el hijo mayor se casara y se quedara a vivir en casa de los padres; su mujer en ese momento era la que debía ayudar a su suegra y con el tiempo era la cuidadora oficial.
El tan referido éxodo de las zonas rurales a las ciudades hizo desaparecer esas familias transgeneracionales y la familia nuclear copó el mapa social, pero no es mi objetivo enumerar todos los modelos de familia que hemos sido capaces de formar. Sólo quería que tuviéramos en mente esa transformación.
El otro tema es nuestra longevidad: vivimos muchos más años que hace unas décadas, los avances de la medicina y una mejor alimentación lo han conseguido, España es un buen ejemplo de ello; después de la etapa laboral vivimos varias décadas en buenas condiciones físicas que serían mucho mejores si hubiéramos hecho la previsión de cómo queríamos vivirlas.
Vivo en Barcelona, en el distrito del Ensanche, el más poblado de la ciudad y aun no siendo el más envejecido sí residen una mayoría de personas jubiladas y que viven solas en pisos inmensos, los hijos ya no son una opción como cuidadores, el Ayuntamiento les proporciona un timbre para urgencias y quien se lo puede pagar tiene una cuidadora extranjera, pero es inevitable el aislamiento y la soledad, para la que ni la medicina, ni la buena alimentación han dado solución. Y es entonces cuando la soledad se convierte en gran problema de la vejez. En mi trabajo como voluntaria en el Teléfono de la Esperanza llegué a conocer muchos casos de personas que pagaban a otra por un rato de compañía, sí, sí habéis leído bien, hay personas que cobran por hacer un rato de compañía y con derecho a merienda, por supuesto con horario fijo.
Llegados aquí me pregunto qué hubiese pasado si estas personas que se encuentran solas, hubieran hecho un alto en el camino durante su vida y hubieran intentado imaginar cómo querían que fuera su vejez. Tengo la seguridad que habrían deseado encontrarse acompañadas de amigos con los que compartir la cotidianidad del día a día, pasear, charlar, hacer ejercicio, ir al cine, al teatro… En fin seguir viviendo en buena compañía.
Las personas que hemos creado Murcia Cohousing somos un buen ejemplo de haber sido capaces de hacer un alto en el camino e imaginar cómo queremos que sea nuestra vejez:
- Queremos una convivencia en un clima de afecto, de cooperación, de respeto, de tolerancia y solidaridad
- Queremos crear unidades residenciales de covivienda colaborativa y participativa, intergeneracionales, no más agua para el chocolate, las generaciones han de convivir colaborando no dependiendo de nadie.
- Queremos seguir viviendo en un espacio privado, nuestro, pero integrado en una comunidad que no dé lugar a estas situaciones en las que se ven las personas mayores, o condicionando la vida de otros.
La vida es buena, pero puede ser mejor si sabemos planificarla, cuidarla, mejorarla siempre que seamos capaces de darnos cuenta de que ¡juntos haremos el mejor chocolate el de los mil sabores!.
Ginesa de la C. Pérez Moreno.
Es precioso y explica perfectamente lo que pretendemos gracias ginesa
Gracias por poner voz a todos los que hemos elegido Cohousing para envejecer «de otra forma». ¡Me gustaría tomar contigo y con otros tantos muchas tazas de ese sabroso chocolate!